En el avance del proyecto “Alimentos sanos y agua para la vida: capacidades para la gestión agroecológica de alimentos y el manejo comunitario del agua en el departamento de Nariño, Colombia” impulsado por la Asociación Solidaria Andaluza de Desarrollo ASAD y la Asociación Agropecuaria Nuevas Raíces AGROECONUR, con la financiación de la Diputación de Granada y el Ayuntamiento de Granada, 21 familias, históricamente dedicadas al monocultivo de café y fique, han iniciado la recuperación de prácticas para cultivar sus propios alimentos.
Durante los meses de octubre y noviembre, las familias participantes recibieron capacitación en agroecología, técnicas de cultivo y manejo de suelos, adquiriendo conocimientos para cultivar alimentos saludables y libres de químicos. Además, fueron dotadas de semillas y plántulas de una variedad de hortalizas, como brócoli, coliflor, lechuga, repollo, espinaca y cilantro; leguminosas como el fríjol, habichuela y arveja; medicinales y condimentarias como la menta, orégano, poleo y apio; frutales como naranja, mandarina, limón, aguacate, manzana, brevas, granadilla, feijoa, guayaba y flores como girasoles, entre otras, con las que han iniciado la implementación de huertas caseras.
Un aspecto destacable de este proyecto y en particular de esta actividad es la activa participación de las mujeres, ellas, no solo fueron las principales beneficiarias de la capacitación, sino que también lideraron la implementación de una biofábrica de insumos, demostrando su capacidad y compromiso con la producción sostenible de alimentos.
Este cambio representa un antes y un después para estas familias, que durante más de 20 años han dependido de la compra de alimentos en el mercado, lo que implica un gasto considerable y una menor calidad nutricional. Con las huertas caseras, ahora pueden acceder a alimentos frescos y nutritivos, mejorando su salud y la de sus familias.
Además del impacto en la seguridad alimentaria, esta actividad contribuye al empoderamiento económico de las mujeres. Al producir un excedente de alimentos, las mujeres tienen la oportunidad de generar ingresos adicionales a través de la venta en el mercado local. Esta autonomía económica se constituye en una de las bases para romper con patrones de dependencia y violencia intrafamiliar, y para mejorar su calidad de vida en general.