El proyecto “Mejorar la autonomía personal y económica de las mujeres sobrevivientes frente al impacto socioeconómico causado por el COVID-19, a través del fortalecimiento de los CAIMUS de Chimaltenango y Baja Verapaz (Rabinal)” financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID) continúa avanzando en Guatemala de la mano de nuestras dos contrapartes locales, la Asociación Generando Equidad, Liderazgo y Oportunidades (ASOGEN) y el Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM).

Entre los meses de septiembre y octubre, hemos continuado trabajando con las titulares de derechos participantes en el resultado del proyecto destinado al impulso de la creación y la reactivación de iniciativas económicas propiedad de mujeres sobrevivientes de violencia en los dos departamentos de intervención. En específico,en esta tercera fase, desde el proyecto se han equipado a las iniciativas ecónomicas para generar ingresos que impacten en su autonomía personal y económica. 

Los aportes de equipamientos realizados por el proyecto estuvieron marcados por los planes de negocio personalizados para cada una de las iniciativas económicas, las cuáles fueron elaborados con asesoramiento especializado y en conjunto con las mujeres sobrevivientes propietarias, marcando una hoja de ruta consensuada para orientar sus actividades económicas hacia la generación de ingresos en base a sus deseos, prioridades y necesidades.  A partir de esta dotación de equipamientos, se inicia oficialmente el seguimiento de la implementación de estas iniciativas económicas con instrumentos como los libros de cuentas, que las mujeres sobrevivientes de violencia propietarias han aprendido a utilizar y de los que se han apropiado. Así mismo, mensualmente, las mujeres propietarias son visitadas por los equipos locales de los proyectos para monitorear los avances, así como para estar acompañadas en su camino hacia la mejora de su autonomía.

Es importante señalar que, aunque los procesos formativos con ellas que fueron facilitados en el marco del proyecto, ya han finalizado en ambos territorios, las participantes han solicitado al proyecto poder seguir reuniéndose de manera colectiva mensualmente en los dos CAIMUS de intervención con los equipos locales del proyecto para poder seguir compartiendo con sus compañeras y con las profesionales con las que han emprendido este proceso hace más de un año. Desde el proyecto hemos observado y sido partícipes de como estos encuentros mensuales se han convertido en la materialización de redes de apoyo con las que antes estas mujeres no contaban, ya que son espacios en los que comparten sus dificultades y logros, buscan el consejo y el apoyo de las demás para mejorar su autonomía y tomar decisiones sobre sus vidas.

Hasta el momento, las 30 iniciativas económicas ya están generando ingresos a sus propietarias y todas ellas tienen el control sobre los mismos y están tomando decisiones sobre ellos individualmente o con el asesoramiento y consejos de sus compañeras, aspectos que resultan fundamentales para el logro y la mejora de la autonomía: la agencia y control de los recursos. Además de ello, estas mujeres están participando también en la economía local. Por otro lado, con la campaña de sensibilización y comunicación por los derechos socioeconómicos, creada participativamente y ejecutada en el marco del proyecto, en la que las protagonistas han sido entre otras, ellas mismas, están comenzando a lograr el reconocimiento social y comunitario que antes les fue negado.

Durante estos meses, también el trabajo en las Unidades de Orientación en el Ámbito Socioeconómico creadas en el marco de este proyecto en los dos CAIMUS participantes ha seguido siendo incesante. En primer lugar, varias mujeres asesoradas y acompañadas por la Unidad de Baja Verapaz se han graduado de sus estudios básicos y bachillerato a través de programas de educación para adultos a los que accedieron y en los que permanecieron hasta finalizar con la intermediación, apoyo, asesoramiento y acompañamiento del personal técnico del proyecto de esta Unidad. Otras mujeres sobrevivientes atendidas también en esta Unidad han completado procesos de capacitación técnica en artesanía.

En segundo lugar, en la Unidad establecida en el CAIMUS de Chimaltenango, varias mujeres sobrevivientes han accedido a la bolsa de empleo del Ministerio de Trabajo y han vuelto a entrar en un proceso de búsqueda activa de empleo con el asesoramiento y el acompañamiento del personal técnico del proyecto. Además, algunas han accedido al primer empleo de sus vidas o después de varios años tras haber estado alejadas de este propósito por la violencia y/o las consecuencias de la violencia sufridas. Cabe mencionar que el acceso al empleo formal continúa siendo un reto en Guatemala y específicamente en los departamentos de intervención donde alrededor de un 60-70% de la población vive en condiciones de pobreza o pobreza extrema con pocas alternativas de acceder a empleos en el que se respeten sus derechos humanos y laborales.

Por último, destacar la importancia de las acciones realizadas dentro del proyecto, ya que según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos 2021 (ENEI), del Instituto Nacional de Estadística (INE), la Tasa Global de Participación es de 85.6% para hombres y 43.3% en mujeres con una brecha salarial del 12% entre hombres y mujeres; sin importar el nivel educativo, los hombres perciben mayores ingresos que las mujeres según señala ONU Mujeres en Guatemala. Además de ello, el acceso a un empleo formal no garantiza condiciones dignas para las mujeres en Guatemala debido a que el salario mínimo está por debajo del valor de la canasta básica y a que no existen políticas públicas ni servicios sociales básicos que permitan la conciliación de la vida laboral y familiar en un país en el que más del 25% de las mujeres tienen que ocuparse económicamente y a nivel de cuidados de la totalidad de sus hogares, siendo especialmente frecuente esta situación en las mujeres sobrevivientes de violencia con las que trabajamos.