Después de meses de esfuerzos, a través del proyecto “Mejora de la soberanía alimentaria en la región Norte de las Islas Bijagós a través del empoderamiento de mujeres campesinas”, las integrantes de los agrupamientos de productoras hortícolas de la isla de Uno han visto comercializada su primera cosecha con grandes resultados a pesar de la crisis provocada por el COVID-19 en la que también Guinea Bissau se ve envuelta.

El trabajo no ha sido fácil en medio de la crisis que la pandemia del COVID-19 está causando. El gobierno de Guinea Bissau declaró el estado de emergencia el pasado 17 de marzo y desde entonces el tránsito está sufriendo restricciones que afectan también al comercio. En las islas, a diferencia de la capital, no se ha decretado ninguna clase de confinamiento por el momento y las medidas tomadas se centran más en la prevención a través del distanciamiento social, restricción de tránsito entre las islas y el continente y lavado de manos con lejía al que ASAD Guinea Bissau está contribuyendo a través de la instalación de sistemas de lavado de manos en la entrada de cada una de las huertas.

Ejercicio en Uno para el establecimiento de precios de producción de primera cosecha.

Esta primera cosecha se ha iniciado con menos certezas y facilidades de lo que fue planeado por las integrantes de los agrupamientos. En primer lugar, uno de los golpes más duros para la comercialización de la producción fue el cierre de hoteles por decreto gubernamental. Con la parada de la actividad turística se cerraba una de las vías de comercialización principales y era necesario recurrir a otras: comercio local en islas vecinas con mayor poder adquisitivo como Bubaque. Otro de los problemas que han dificultado la distribución ha sido la suspensión de los medios de transporte regulares con la isla de Uno. La canoa regular que cubría el trayecto Bubaque-Uno-Orango ha sido suspendida con el objetivo de reducir las movilidades y así el riesgo de contagio del coronavirus. Además, la opción de transitar por las islas en transporte privado se ha visto también restringida.  Ante estas dificultades, el equipo de ASAD se centró estos días en apoyar a las integrantes de los agrupamientos en la comercialización de su producción. La semana pasada el equipo viajó desde Bubaque a la isla de Uno para acompañar a los agrupamientos en el establecimiento de precios y registro de la producción a través de balanzas que fueron entregadas en ese encuentro. Después de dos días de trabajo, el equipo regresó a Bubaque acompañado de los animadores del proyecto responsables de la isla de Uno, representantes de mujeres de los tres agrupamientos y nada más y nada menos que 1.782 kilogramos de productos hortícolas variados. Entre los productos obtenidos en esta primera cosecha se encontraban tomates, cebollas, pimientos, berenjenas, djakatú (berenjena africana), sukulbembe ( pimiento de África Occidental) y candja.

Venta al por mayor de primera cosecha de agrupamientos de Uno.

La canoa cargada de productos llegó a Bubaque gracias a una autorización de capitanía marítima concedida por la importancia que el viaje tenía para garantizar la seguridad alimentaria en la isla. El puerto de Bubaque presenció ese día un revuelo de tomates, pimientos cebollas y otras hortalizas que fueron vendidas por las representantes de los agrupamientos a otras mujeres mayoristas de la isla de Bubaque. Éstas últimas normalmente se aprovisionaban para la comercialización de productos hortícolas enviados por familiares desde Bissau a través de canoas y barcos regulares. Con la restricción de tránsito de estos transportes su actividad se había visto también afectada y en cuanto supieron que sus compañeras de Uno comercializaban su cosecha acudieron al puerto. Esta alegre y colorida sesión concluyó con unos ingresos a favor de las mujeres de Uno mucho mayores de lo esperado.

Las mujeres de Uno han sido pioneras en cosechar entre sus compañeras de Bubaque y Formosa, también participantes del proyecto. Aún se verán más cosechas en lo que queda de temporada y aunque los agrupamientos de horticultoras han demostrado su capacidad de adaptación a contextos tan difíciles como el que se vive ahora en las islas, esperan recibir la próxima producción en un contexto con menos obstáculos.