El pasado 4 de diciembre asistimos a una de las sesiones del curso “Medio ambiente y sostenibilidad en la enseñanza”. El curso, enmarcado en el proyecto “FormArte: Formación de agentes educativos andaluces para la introducción de los ODS en la docencia a través de la comunicación para el cambio social”, tiene como objetivo mejorar las habilidades de los actores educativos en el ámbito de la comunicación para el cambio social. La sesión estuvo poblada por estudiantes de distintos grados.
En el aula 20B de la Facultad de Filosofía y Letras hubo una constante durante las 3 horas que duró la sesión, el debate; este arte nacido en las civilizaciones clásicas tuvo una apelación en torno al medio ambiente. Diversos aspectos relacionados con nuestros hábitos fueron tratados; el fracking (o fracturación hidráulica), “impuestos verdes”, y lo más relacionado con la naturaleza del proyecto: propuestas sobre la educación ambiental.
La dinámica comenzó con una representación improvisada, en disposición circular, en la que cada participante interpretaba un papel que podría tener un opinión propia en torno al fracking, como una activista, un político, una ciudadana de a pie, o, por ejemplo, una geóloga. Posteriormente, se pasó a la lectura de un texto crítico sobre economía hegemónica y las instituciones educativas, lo cual daba comienzo a un nuevo debate sobre la necesidad de la implantación de la educación ambiental y su puesta en práctica, siempre con un espíritu crítico.
La tercera actividad fue una incógnita durante su inicio, así lo quiso la docente del curso, lo único que había claro era su carácter competitivo. Se establecieron 3 grupos, de 2, 3 y 4 integrantes cada uno. Tenían que formar cubos perfectos a partir de unos materiales desiguales en cada equipo, que nombraban un embajador, el cual se encargaría de conseguir los materiales necesarios. Además de pericia y precisión, los participantes necesitaban rapidez, pues todo estaba cronometrado.
Empezó el juego y con él las primeras dudas e intentos fallidos. Los que primero osaron presentar su figura acabaron lamentando que su cubo tuviera lados de 3,2 centímetros y no los 3 centímetros exigidos. Nervios y pugnas grupales, todo empezó a supurar. Disputas por tijeras o por cuál era el mejor método marcaban el ritmo de esta competición.
Se abrió la veda. Primer cubo perfecto, y tras él fue llegando la producción en cadena de figuras geométricas perfectas. Los poliedros aumentaron en número en los sucesivos minutos. Un equipo rezagado, el formado por dos personas, y sin tijeras. Un equipo a la cabeza, el de cuatro. Se paró el crono. Manos en alto. Los alumnos y alumnas se juntaron en círculo. El grupo perdedor empezó a lanzar reproches a sus coetáneos de cuatro miembros, los cuales se defienden ante acusaciones de insolidaridad. La falta de tijeras parece ser el desencadenante de todo. El trío buscaba una opción colectivista que no llegó a fructificar. Se desvela la metáfora. EEUU, Europa y el tercer mundo. Todo giraba en torno a los recursos y al expolio, nadie se planteó; ¿Por qué no nos repartimos los recursos?, y por último, la competitividad.
Todo esto tiene una clara intencionalidad didáctica, de modo, que las participantes utilicen estas enseñanzas para transmitirlas. En resumen, significa dotar de herramientas comunicativas y prácticas a los futuros actores sociales educativos para trabajar en el aula estas cuestiones a través de recursos audiovisuales y campañas de comunicación ambiental.
El proyecto FORM-ARTE: Formación de agentes educativos andaluces para la introducción de los ODS en la docencia a través de la comunicación para el cambio social pretende incrementar el conocimiento, comprensión y adhesión de la sociedad andaluza hacia el logro de los ODS a través de herramientas de comunicación para el cambio social con enfoque de género aplicadas a la enseñanza secundaria. Para ello propone el uso de herramientas de comunicación para el cambio social con enfoque de género (Audiovisual, Fotografía, Artivismo y Ciberactivismo) como metodologías participativas que son, por un lado, facilitadoras de la dinamización y potenciación del aprendizaje teórico; y por otro, vehículo para convertir al alumnado en una ciudadanía capaz de exigir información veraz, no sesgada, diversa e inclusiva