La semana pasada las mujeres agricultoras de Uno y Bubaque empezaron acumular en las huertas diferentes materiales para las formaciones de biocompostaje. Durante varios días estuvieron cargando en sus cabezas cubos llenos de tierra traída del bosque, estiércol y pajas de cacahuete, palmera y arroz. Cuando acumularon la suficiente cantidad se reunieron en torno a una fosa de unos cuatro metros cuadrados y 30 cm de profundidad para comenzar la parte teórica de la formación.

En primer lugar, se señaló la importancia de desinfectar la base de la fosa con ceniza antes de añadir los materiales. Una vez desinfectada, se debe poner una primera capa de paja seca a la que le sigue otra de estiércol de vaca y una última de tierra, cada una de las capas debe ser regada antes de añadir la siguiente y al final se debe clavar en el centro una varilla de hierro o un palo de madera. Durante 21 días la fosa permanecerá cerrada y regada con el objetivo de moderar la temperatura. Para controlar la temperatura basta con sacar la varilla o el palo y agarrar la parte que ha estado enterrada en la fosa. Después de 21 días, el compostaje estará listo para fertilizar las huertas de forma ecológica. De esta forma las agricultoras podrán garantizar la fertilización de forma independiente a la industria agrotóxica.

Bonifacio, el animador del proyecto, señala la importancia de sensibilizar y formar en estas técnicas de compostaje que deben recuperar el espacio ganado por las opciones químicas en los últimos años. En su trabajo diario de acompañamiento en las huertas insiste en las ventajas de fertilizantes y plaguicidas orgánicos frente a los químicos. El uso de estos productos químicos tiene un impacto negativo no solo en el medio ambiente sino también en la salud, especialmente si tenemos en cuenta que muchas veces no son empleados de la forma correcta y que se carece de información sobre sus perjuicios.

Además de esta última formación sobre compostaje, los técnicos Joãozinho y Adul han ofrecido formaciones técnicas a los agrupamientos de mujeres de Uno y Bubaque sobre cómo optimizar el espacio en las huertas a través de espacios de cultivo geométricos que además de ser más productivos, son más fáciles de trabajar. También han impartido formaciones de técnicas agroecológicas de control de plagas basadas en la elaboración de plaguicidas a través de plantas autóctonas y accesibles para todos. Estas técnicas de control de plagas utilizadas tradicionalmente por los agricultores de la región son cada vez menos usadas debido a la introducción de pesticidas agrotóxicos que prometen a un alto precio resultados muchas veces invisibles, sin tener en cuenta el impacto negativo para la salud y el medio ambiente.

A través de las formaciones agroecológicas realizadas el marco del proyecto “Mejora de la soberanía laimentar en la región norte de las islas Bijagós a través del empoderamiento económico y social de los grupos de mujeres campesinas” se pretende preservar biosaberes culturales tan preciados como los de las bijagós.